martes, 1 de noviembre de 2016
Empiezo a sentir que algo se diluye en ti, cuando algo se cristaliza en mí. Son las ironías del destino o simplemente las leyes de la vida, el círculo que nos regresa lo que hicimos. Pero bueno, estoy dispuesto a afrontar lo que venga o lo que no venga, lo que inicie o lo que acabe. No suelo hacer dramas públicos cuando el amor se va no obstante la procesión fúnebre la llevo dentro, la oscuridad crece como una flor marchita en mi semblante y mi yo se ahoga en un océano de aislamiento que por cierto tiempo llego a disfrutar. Pero no importa, igual sigo caminando, buscando algo que suelo perder cuando lo encuentro y que encuentro cuando lo pierdo. No importa me digo a mí mismo, porque en el universo paralelo que vivimos tiempo atrás fuimos felices, fui feliz y tú también, y eso es lo único que importa, haber sido, haber logrado ir contra todo y contra nada, por esos pequeños instantes de dulzura que juntos compartimos. Creamos un mundo que nunca se va a extinguir. Llegamos a la cima de la montaña caminando de la mano, conseguimos lo que quisimos; y así sea tiempo de descender y dejar que sigas tu camino, lo voy a aceptar porque soy un soldado pacífico, un cobarde que quiere ser valiente, un llorón sin lágrimas, un tonto inteligente que sabe aceptar el curso de las cosas cuando no debe aceptarlas. Así es. Es así como muere lo que iba a nacer. Es así como aquella espina que una vez se hundió en mi pecho brota y se extiende lentamente por cada fibra de mi cuerpo y me amarga y me pesa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario