viernes, 3 de diciembre de 2010

No hay necesidad de un título

Estoy frente a un cigarrillo. El día está muy oscuro y las horas muy lentas, a pesar que recién empieza la mañana y que el sol se ha plantado con arrogancia en el cielo. Dentro de poco debo rendir un examen por lo que estoy obligado, coaccionado a leer un tema desabrido. Enciendo el cigarro y el humo transforma mi entorno. Siento que todo se puede dejar de lado. Un placer morboso me invade al ver incendiarse, desaparecer los apuntes o en todo casi mis cadenas. Me rindo ante el paroxismo de recitar un poema, ante el éxtasis tibio de la nicotina. He adquirido autoridad para decir la palabra mierda y siento otra vez que todo se puede dejar de lado. Aspiro fuertemente. Pienso mientras tanto en la libertad, recuerdo haber escuchado que el decurso de la historia humana no es otra cosa que la lucha por la libertad. Una media sonrisa irónica muta mi parquedad. Una premonición me susurra que el decurso de la historia individual es la lucha por emanciparse pero de sí mismo. Libertad y libertad, categoría inútil. Muchas palabras abundan en la incertidumbre, repito con fervor. Vuelvo a aspirar pero lamentablemente siento calor en los dedos , física cualidad del triste final del cigarrillo. Aspiro por última vez, hasta quemarme los labios. Piso el cadaver de mi salvador. Miro mis manos, se ven tan vacías, parecen las manos de un ser frustrado, pero no, lo pienso detenidamente y parecen más las manos de un demente. Abro Prosas Apátridas y empiezo a leer a Ribeyro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Le dije que también empezaría a escribir en prosa y veo con alegría que se está cumpliendo la profecía.
saludos

Osvaldo Zavala dijo...

23 profecías, faltan 22 entonces.

Anónimo dijo...

nooo, ya se cumplieron dos, en todo caso quedan 21.