La experiencia consciente de la vida abre el camino para encontrarse a sí mismo. Para volver por el camino de la autenticidad, que muchas veces resulta esquivo por los diversos obstáculos de una sociedad consumista, caníbal, de apariencias y adoctrinamientos, una sociedad que destruye mentes que asesina los sueños y la verdad, y que sobre eso edifica su propia realidad en la que los hombres no somos hombres. Siempre es mejor el caos la tragedia, si sirve para golpearnos tan fuerte pero tan fuerte que uno abre los ojos y ve de forma diferente la realidad, es como si los dogmas se desmoronaran y los pies se hacen más ligeros, a uno deja de importarle lo que no debe importarle siguiendo solo los latidos puros de su corazón y la magia de la intuición. Todo termina como debe terminar en la senda invencible del propio albedrío, para esto es necesario hacer mucho y poco. Los miedos hay que dejarlos atrás, hay que coger el corazón no para arrancarlo del pecho, sino para sentir la vida que te puebla, para sentir esa voz milenaria del pájaro azul de un pájaro pequeño y suave que susurra libertad.
Al abrir los ojos
las flores se abren
los monos se mecen
sobre montañas de hojas
la luna camina sigilosa y deslumbrante
así las mil maravillas de este mundo
cautivan la consciencia
y qué bien nos hace sentirlas
quedar atrapados en el deleite.
Pero qué inútil es gozar de la belleza
que te rodea
sin sentir el reino oculto
sin sentir de donde parte toda
la experiencia
qué inútil es pisar las piedras que no son tuyas
porque mi camino soy yo
está ahí
para verlo hay que cerrar los ojos
y mirar en la consciencia
para verlo hay que caer hondo
golpearse en la cabeza y despertar
mirar entre sombras y sueños
y sentir la vida que eres
y volver a caminar sobre tus pasos.