viernes, 4 de noviembre de 2011

Reflexión absurdamente estructurada por una máquina intentando cobrar vida

Algo inefable recorre aquello que forma parte de mi cuerpo pero cuya materia es invisible. Escucho música para ver si la ansiedad puede ser detenida, sin embargo es otro intento fallido. Dentro de poco tengo que volver a navegar entre la horrible bruma del monótono devenir y para luchar debo nadar hasta encontrar algo no insípido, porque ahora todo está incoloro y muerto. Soy víctima del tedio. El tedio me acecha desde siempre pero cada cierto tiempo como hoy me atrapa entre sus manos agrietadas y toscas. Estoy atrapado porque he abandonado la poesía.

Nada de lo que está pasando es verdad. Todo lo antes dicho es mentira. Jamás se puede abandonar la poesía. Cosa diferente es no hacer poemas, pero siempre se hace poesía. Quizás lo que ahora me agobia es no poder dedicarle tiempo, es dejar que su voz cuyo nacimiento es un milagro, escape. Pero es que siento el peso de la vida. Siento que hasta el aire cuesta; no obstante me está costanto mucho más vivir sin ella, y es que en realidad ¿qué vale más? ¿vivir para morir o vivir hasta morir?